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17 de enero de 2002El Comercio

Educación: La agenda pendiente

El Gobierno ha puesto en su agenda de políticas educativas la prioridad de la escuela pública, una mayor cobertura y calidad de la educación inicial, secundaria y rural, acceso a la tecnología, moralización, ampliación de las horas de clase e introducción de criterios meritocráticos en la carrera magisterial.

Si bien el Gobierno ya ha definido aalgunos puntos acerca de la educación, se espera aún mayores especificaciones y un mejor tratamiento.

Así, está pendiente el reto de definir los contenidos esenciales y las metas de aprendizaje y desempeño que todos los alumnos peruanos deberían alcanzar en distintos momentos de su escolaridad. Es necesario establecer claramente y con amplia participación social qué es lo que los alumnos deben saber y saber hacer, y cómo puede demostrarse que realmente van avanzando hacia el logro de esas competencias. Se trata de incentivar resultados mejores y mayores, compatibles con las necesidades de las personas, los ciudadanos y la sociedad moderna — no de uniformar la pedagogía. Cada comunidad educativa (escuelas, docentes y familias) puede y debe intentar lograr esas expectativas – y otras adicionales que ellas mismas hayan determinado – según su mejor criterio y con el apoyo de instancias superiores.\r\n\r\nPara alcanzar esos estándares o expectativas, previsiblemente más altos que los actuales logros académicos de los alumnos de nuestro país, es perentorio mejorar la evaluación de procesos y logros de aprendizaje que realizan docentes y directivos en los centros educativos. Sólo así podrán ellos asegurarse de que sus prácticas pedagógicas se adecúen realmente a los estilos de aprendizaje de sus diversos alumnos. También será necesario consolidar el sistema de evaluación externa de resultados (pruebas nacionales). Esto permitirá conocer la efectividad general del sistema, identificar los factores escolares y extraescolares que más inciden en el desempeño y prioridad de manera informada a las políticas y prácticas de mayor impacto sobre los aprendizajes.

Cómo atraer a jóvenes idóneos a la docencia, cómo formarlos y certificarlos inicialmente, cómo seleccionar a aquéllos que ingresarán y permanecerán en las aulas, cómo fomentar su mejor desempeño y remunerar su actividad profesional son temas críticamente importantes y urgentes, a la vez que muy sensibles y difíciles de confrontar. Las repercusiones sociales, políticas y económicas de decisiones en este terreno hacen difícil su discusión, y es encomiable que el ministerio, en consulta con profesionales y gremios, esté actualmente desarrollando una propuesta que busca llegar a consensos amplios.

Muchos actores educativos saben bien que entre la adopción voluntarista del «nuevo enfoque pedagógico» y el desarrollo de capacidades de aplicarlo efectivamente en el aula hay una brecha enorme que es necesario y difícil cerrar. Es indispensable, pues, encontrar mejores maneras de reclutar, retener, dar formación continua, estimular y recompensar a los educadores. Extender la jornada escolar o aumentar el número de días de clase no va a servir de mucho si los educadores no dominan los contenidos que se espera que sus estudiantes aprendan o si no manejan alternativas metodológicas para asegurar que todos ellos efectivamente lo hagan. Y si la manera en que está estructurada la carrera del magisterio no premia sus esfuerzos y logros, difícilmente se podrá exigir su superación permanente.

En el Perú casi todo intento por generar propuestas viables para asegurar un mejor desarrollo educativo ha tenido que confrontar fantasmas o amenazas reales de una privatización incapaz de garantizar la gratuidad para todos los que la necesitan. Se requiere generar condiciones para un debate racional y la construcción de acuerdos amplios sobre cuántos recursos requiere la educación, así como sobre cómo deben distribuirse los recursos públicos escasos entre distintos niveles del sistema, áreas geográficas y grupos sociales. Otro tema sería la descentralización.