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19 de septiembre de 2006Perú 21

Política pública y desarrollo infantil

La primera infancia es un periodo muy importante para el desarrollo individual que influye en el curso de la vida adulta. Ofrece una ventana de oportunidad crítica para el desarrollo cognitivo, emocional, físico-motor y social de los niños. La salud, nutrición, estimulación, recreación y atención materno-infantil son aspectos que deben considerarse en conjunto.

¿Por qué debemos invertir en el desarrollo infantil temprano? Un cúmulo de investigación internacional muestra que niños saludables, con curiosidad e imaginación, capaces de superar frustraciones y enfrentar problemas como retos a superar y no como barreras insalvables, no solo rinden mejor en la escuela si no que, como adultos, desarrollan más sus potenciales y logran, entre otras cosas, mayores niveles de educación e ingresos. De otro lado, las acciones que fomentan el aprendizaje en las etapas iniciales retroalimentan la capacidad para aprender en etapas posteriores, y cuanto antes se empiece, más tiempo hay para materializar sus beneficios.

Resultados preliminares de una investigación en curso del autor para el proyecto Niños del Milenio señalan que la educación inicial tiene un efecto positivo en el rendimiento en primaria. Haber asistido a un centro de educación inicial (CEI) reduce en 12% la probabilidad de atrasarse o repetir un grado. Los niños que asistieron un CEI aumentaron en 19% sus probabilidades de realizar una operación matemática y en 15% las de escribir una frase sencilla correctamente. Más importante aún, los efectos aumentan a mayor tiempo en el CEI. Esta evidencia sugiere que mejorar el rendimiento escolar de nuestros niños empieza antes de la edad escolar. Es fundamental aplicar políticas con una visión integral de las acciones orientadas a los niños más pequeños, más y mejor salud, nutrición y estimulación, en conjunto y no por separado.

En el mensaje del premier ante el Congreso hubo planteamientos positivos al respecto, tales como priorizar la atención integral a los niños más pequeños y la fusión de programas nutricionales yuxtapuestos, buscando mayor eficiencia de los programas sociales y planteando metas concretas. Aumentar la cobertura de la educación inicial, reducir la mortalidad y la desnutrición crónica infantil y mejorar la eficiencia de los programas nutricionales para la primera infancia son objetivos positivos e impostergables que se deben perseguir y cumplir. En especial, aumentar efectivamente la coordinación entre los programas educativos y los de salud y nutrición.

A lo planteado por el Primer Ministro, se podría agregar que es imprescindible mejorar la calidad de los programas de salud, de los CEI y de los programas no escolarizados de educación inicial (PRONOEI). En el caso de estos dos últimos, con capacitación permanente para los docentes y animadoras y logrando la participación activa de los padres a quienes también deben considerar las políticas de desarrollo infantil temprano. Pero lo fundamental, sin embargo, es que las acciones y metas se concreten. Esperemos que esta vez sea así.