Más allá del Censo
En las últimas semanas la prensa ha recogido opiniones a favor y en contra de la calidad del Censo de Población y Vivienda, ejecutado en el 2005 por el INEI. Las críticas han llegado al extremo de afirmar que el «censo no sirve» y que convendría realizar otro en el 2007. Sin embargo, la evaluación de los problemas potenciales que tendría el Censo y cómo enfrentarlos no debería realizarse de manera tan ligera. El Censo constituye el pilar sobre el que se construye todo el Sistema Estadístico Nacional. El Gobierno se apoya en este para construir sus políticas de focalización del gasto público y los programas sociales. No sólo sirve para conocer el tamaño, composición demográfica y social de la población, su ritmo de crecimiento y su distribución territorial. También sirve para identificar y cuantificar las necesidades en materia de acceso a servicios básicos de la población; para identificar las demandas de los grupos sociales más vulnerables y proporcionar información para que las autoridades locales diseñen políticas ajustadas a su realidad; para suministrar información confiable a los ciudadanos en los procesos de planificación participativa, y para establecer los marcos muestrales que se usan para estudiar, con mayor profundidad, múltiples aspectos. Desacreditar al Censo sin una sólida evaluación técnica previa le hace un flaco favor al INEI y al Sistema Estadístico Nacional.
La información disponible sugiere que, en efecto, el Censo tiene algunos problemas. Aunque la tasa de omisión censal no es mayor que la de censos anteriores, existe un número sustancialmente mayor de viviendas que hogares censados. La tasa de no-respuesta asociada a esta discrepancia fluctúa entre 3% y 8%, dependiendo de la caracterización de la vivienda (abandonada, cerrada, ocupada pero cuyos ocupantes están de viaje, etc.) El hecho que la Encuesta Post Censal se hiciera a destiempo impidió que se pudiera realizar el ajuste adecuado. A pesar de los errores que parecen existir, no hay evidencia de sesgos sistemáticos, por lo que dichos errores podrían ser subsanados sin la necesidad de que el país descarte un Censo cuyo costo ha superado los US$ 37 millones. El Gobierno se equivoca cuando politiza el tema. Haría bien la nueva jefatura del INEI en realizar una auditoria internacional que evalúe la magnitud del problema y sugiera los correctivos necesarios. Además, una auditoria independiente fortalecería la credibilidad del INEI.
En todo caso, los errores que tendría el Censo de Población y Vivienda reflejan un problema aún mayor que el Gobierno todavía no vislumbra. El sistema de rendición de cuentas del INEI es precario. Producto de ello, durante los últimos años, numerosas innovaciones metodológicas fueron hechas sin una validación previa. Estos problemas no sólo son evidentes en el Censo sino en la Encuesta Nacional de Hogares. El principal problema que explica porqué se asumieron más riesgos de los necesarios es que el INEI, en la práctica, no le rinde cuentas a nadie. En principio el INEI depende de la PCM pero ha mostrado una autonomía relativa que ha llevado a que se hagan estas innovaciones metodológicas sin que se documenten y sin que su jefatura tenga que explicarle al país porqué se hacen modificaciones que afectan la comparabilidad intertemporal de las estadísticas.
Para enfrentar este problema, el Gobierno debería modificar la ley de creación del INEI, para dotarla de un directorio al que reporte la jefatura del INEI. A esta instancia le correspondería, entre otras, la función de supervisar el funcionamiento del INEI y los demás componentes del Sistema Nacional de Estadística, aprobar anualmente los Planes y Programas Nacionales de Estadística, y disponer la realización de censos nacionales y otros procedimientos de recolección periódica de datos.
El INEI es una institución que ha venido ganando reputación a lo largo de los últimos años. La mayoría de sus funcionarios posee gran experiencia y competencia profesional. Algunos problemas ocurridos en los últimos años no deberían «tirar por la borda» el esfuerzo de construcción institucional avanzado. Habría que fortalecer al INEI a través de la auditoria propuesta y dotarlo de mecanismos institucionales de control de calidad y rendición de cuentas para enfrentar las crecientes demandas de producción de información, especialmente en el marco de la descentralización.