Deslindes. Descompensando al agro peruano
El ministro de Agricultura, Ing. Ismael Benavides, viene señalando su particular punto de vista sobre el tema de las compensaciones al agro peruano por la firma del TLC. De acuerdo a su lógica, otorgar compensaciones agrícolas pondría en evidencia que se hizo una mala negociación en el TLC, y esto en su opinión no ha ocurrido. Igualmente, sugiere que la actual alza internacional de los precios del maíz y el trigo no justificaría otorgar compensaciones agrícolas por el TLC. Finalmente, ha soltado la interesante idea de que frente al TLC no hay «productos», sino «productores» sensibles. Veamos en detalle cada uno de estos argumentos.
El primer tema se refiere a si, efectivamente, el Perú hizo o no una buena negociación en el capítulo agrícola. Lo cierto es que el Perú prácticamente no logró nada en su negociación de la parte agrícola dentro del TLC. Nos hicieron cruzar todas las supuestas «líneas rojas» declaradas pomposamente por el régimen de Toledo. Perdimos el mecanismo de protección de la franja de precios para el maíz, azúcar, lácteos y arroz. Aceptamos desgravaciones inmediatas en algodón, trigo y la mayor parte de productos que importamos. Aceptamos una cuota de importación de maíz enorme, que equivale a la inmediata desgravación de este producto. No hubo prácticamente ningún logro sustantivo en la negociación agrícola frente a un país como Estados Unidos, que subsidia en forma masiva a sus productores agropecuarios. Si el ministro Benavides piensa que esta fue una buena negociación, por lo menos debería definir con claridad qué entiende por semejante cosa.
El segundo argumento entraría ya casi en el terreno de promesa incumplida adicional del Gobierno frente a nuestros productores agrarios. La compensación agrícola frente al TLC se relaciona con la desgravación que hemos aceptado en la negociación, es decir, que los alimentos que importamos de Estados Unidos y que tienen algún arancel lo dejarán de pagar al momento de entrada en vigencia del tratado. Esto abarata esos productos y genera un impacto negativo en los ingresos de los productores, que es lo que se quiere compensar. En tal sentido, la compensación está atada a la eliminación del arancel y no a los precios de los productos en algún momento del tiempo, sean estos altos o bajos. Por esto, la actual subida de precios del trigo y el maíz no tiene por qué cambiar el concepto de la compensación. Si el ministro Benavides quiere olvidarse de la obligación asumida por el Gobierno de compensar por el efecto de desgravación del TLC, debería pensar en algún otro argumento más sólido.
Finalmente, es interesante la idea de que no hay productos sensibles sino productores sensibles. En mi opinión, esta idea es acertada, aunque no estoy seguro sobre si el ministro entiende en su plenitud sus implicancias. Por ejemplo, en estudios de Escobal y Ponce, de GRADE, sobre el efecto del TLC en la población rural, la más sensible, se encuentran efectos adversos que superan en más de cinco veces las compensaciones por US$ 30 millones anuales que definió el Gobierno de Toledo (y que ahora el ministro pretende desconocer). Si se acepta a cabalidad la idea de que hay productores sensibles, el marco en el cual hay que pensar la política de compensación y reconversión del agro frente al TLC adquiere una verdadera dimensión nacional y territorial, involucrando a cientos de miles de productores en costa, sierra y selva.
El esfuerzo y las políticas necesarias para mejorar la competitividad de estos sectores debería ser tarea central del Gobierno. Para esto se requiere, por lo menos, unos US$ 200 millones de dólares anuales en un programa masivo de apoyo al agro para evitar profundizar las desigualdades que trae el TLC. Así, la idea de que hay «productores sensibles» frente al TLC debería ser llevada a su real dimensión por el ministro Benavides y concretarse en políticas específicas y presupuestadas para ellos. Veremos si ocurre.