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6 de diciembre de 2001El Comercio

Las PYME bajo una mirada económica

El apoyo a las PYMES se justifica en tanto es reconocido que el sector crea mucho empleo. Pero debemos de asegurar que además este sea un sector que cree riqueza. Sólo así los empleos que genere podrán ser de buena calidad.

Parece ser que llegó la hora de las llamadas pequeñas y microempresas del país. A partir de julio se percibe un renovado discurso en diversas autoridades del nuevo gobierno sobre la importancia de atender a este sector empresarial. La intención de crear un Viceministerio de la PYME, así como la reciente inauguración del Centro de Innovación Tecnológica de la Madera en Villa El Salvador, serían muestras de que se busca pasar del discurso a los hechos, lo cual debemos saludar.

Sin embargo, es importante tener en claro por qué es que debemos destinar esfuerzos y recursos a la promoción de empresas de determinado tamaño (y no simplemente las empresas en su conjunto). El principal argumento que se esgrime a favor del apoyo a las PYMES es que ellas generan empleo y por lo tanto proveen de ingresos a una buena parte de la población. Así, gruesas estimaciones señalan que entre el 60% y 70% de la PEA se emplea en estas empresas, aunque debe distinguirse el sector económico que se considere.

Desde una perspectiva puramente económica el rol social fundamental de las empresas no es el de crear empleo, sino el de producir aquellos bienes y servicios que nos permiten vivir mejor. En términos comunes se le llama a esto la «torta de producción» y mientras más grande sea esta potencialmente todos podremos estar mejor. Si las empresas generan una «torta» mas grande es porque su productividad es mayor y porque son más eficientes. Es justamente en estos casos, en los que generan empleo de mayor calidad.

La pregunta es si favoreciendo la existencia de las PYME, con la esperanza de crear empleo, se alcanza también el objetivo de crear la mayor «torta» posible.

Propongo un ejemplo para entender que no siempre el deseo de crear empleo es compatible con una «torta» más grande. Este podría ser el caso de los miles de chóferes de combis, cobradores, taxistas, moto-taxistas y microbuseros (pequeñas y microempresas, al fin y al cabo). Si bien se crea empleo, no se aumenta el número de kilómetros de transporte que se necesitan, es decir el tamaño de la «torta transporte público» no tiene que ver con el hecho de si mucha o poca gente se emplea en el sector. Lo que sí sucede es que a cada uno de esos trabajadores peruanos le toca una reducida tajada de esa torta y por ende un bajo ingreso. De hecho sería mejor un sistema de buses grandes y hasta de trenes, aún cuando el empleo en este sector sería mucho menor. Debe entenderse que en una economía dinámica, la mano de obra que no se emplearía en el transporte podría utilizarse en muchas otras actividades económicas en las que el Perú posee potencial, y así ampliar la torta global de la economía y aumentar el PBI.

Para alcanzar una economía eficiente y que a la vez genere empleo para todos debe entenderse que es necesario promover la actividad empresarial general y que el criterio rector debe ser el uso eficiente de los recursos productivos. Así, en el caso de las PYME se debe de intentar de resolver las trabas que les impiden ser más competitivas, de modo que muchas de esas empresas crezcan y absorban empleo (ese empleo que debe de dejar de existir en las mototaxis y microbuses). No debemos de apoyarlas porque son PYME, sino por el potencial que tienen de ser competitivas, ganar mercados, crear riqueza y por lo tanto, buenos empleos. Esto implica asegurarse que los recursos se inviertan en aquellas PYMES con potencial de crecer y ser competitivas, y, en algunos casos, graduarse y dejar de ser PYME.