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31 de enero de 2002El Comercio

El teléfono es más caro para los más pobres

La renta básica es uno de los principales problemas de la estructura tarifaria en el Perú: es igual para todos los consumidores, pero los más pobres usan con menor intensidad el teléfono y dicha renta representa un porcentaje bastante mayor de sus ingresos. A casi diez años de la privatización, la industria de las telecomunicaciones ha cambiado drásticamente en el Perú. El sector ha expandido sus redes en aproximadamente 167% en comparación con 1993, la densidad telefónica (es decir, el número de teléfonos por cada 100 habitantes) se ha incrementado de 2,9 a comienzos de los años ochenta a 6,6 a fines del 2001 y se ha producido una mejora considerable en cuanto a calidad y a modernización tecnológica del servicio.

Sin embargo, aún no estamos en la mejor situación entre los países de América Latina y el Caribe, tanto si tomamos en cuenta la cantidad de teléfonos por cada 100 habitantes (Chile, Argentina, y Brasil tienen una densidad telefónica de 22,1; 21,3 y 18,2, respectivamente) como si consideramos la estructura tarifaria, que en telefonía local es una de las más caras de la región.

La tarifa telefónica está compuesta por dos componentes: la renta básica y la tarifa por minuto. La primera permite a los usuarios acceder al servicio telefónico y, por consiguiente, realizar llamadas, mientras que la segunda es la tarifa que los usuarios pagan por cada minuto de consumo de llamadas locales y de larga distancia, tanto nacional como internacional. El rebalanceo tarifario aplicado al inicio de la privatización y mantenido hasta 1997 cumplió su objetivo de reducir gradualmente las distorsiones de precios en el servicio telefónico, al aminorar los costos de las llamadas locales y de larga distancia mientras se incrementaba la renta básica, que habiendo estado totalmente subvaluada, no permitía mantenimiento e inversión en infraestructura.

Si bien esta renta tuvo que elevarse sistemáticamente porque antes de la privatización se encontraba en niveles muy inferiores a su valor real, después del período de rebalanceo tarifario siguió incrementándose hasta alcanzar niveles bastante mayores que los que tiene en otros países de la región. Actualmente, la renta básica peruana es aproximadamente 7% más alta que las de Chile y la Argentina, 80% más alta que la del Brasil y 800% mayor que la de Bolivia.

Este continuo incremento afecta el bienestar de los consumidores; en especial, el bienestar de aquellos que pertenecen a los estratos de menores ingresos, quienes no se han visto beneficiados por la reducción en los precios de las llamadas locales y de larga distancia debido a su reducido consumo. Más aún, la renta básica implica un importante porcentaje de los ingresos totales de estos usuarios, por lo que muchas veces no pueda mantener el servicio telefónico.

Un ejemplo: un hogar tendría que consumir aproximadamente 2 000 minutos de telefonía local para pagar en total menos que lo que hubiera pagado de no haberse producido la privatización. Estos niveles de consumo son fácilmente alcanzados por el sector comercial y por los hogares de mayores ingresos pero no por los estratos más pobres. Ahora bien, el mayor pago por la renta fija tiene como resultado un incremento de la sustitución de teléfonos fijos por teléfonos celulares, especialmente los de planes prepago.

Las empresas proveedoras de telefonía local deben ofrecer mejores planes de consumo que los que brindan actualmente. Por ejemplo, una rebaja en la renta fija para los hogares más pobres, junto con un ligero incremento en el costo de las llamadas locales, aumentará sin duda alguna el bienestar de estas familias sin afectar las ganancias de las empresas.