El papel de las PYME en el desarrollo del Perú
El mundo de las empresas pequeñas y medianas revela una gran heterogeneidad. Algunas PYME son formas disfrazadas de subempleo y pobreza. Otras son ejemplo de pujanza empresarial y de innovación. La política dirigida a apoyar este sector debe de tomar en cuenta esta heterogeneidad.
En las últimas tres décadas en el Perú hemos pasado de ignorar casi por completo la presencia de las PYME en la economía, a exaltar y a veces sobrevalorar su importancia como agentes del desarrollo. Un estudio realizado por investigadores de Grade aporta algunos elementos que pueden contribuir a lograr un enfoque más equilibrado. En primer lugar, las PYME son importantes tanto por el número de empresas involucradas como por la cantidad de personas que trabajan en ellas (60% y 80% de la PEA).
En segundo lugar, la magnitud de su presencia no representa de por sí una virtud, dado que en gran medida el crecimiento de ese sector es más bien la expresión de nuestro atraso social, económico y tecnológico. Muchas PYME constituyen formas disfrazadas de desempleo y sobrevivencia. Por eso, afirmar que las PYME son importantes porque generan empleo es una verdad a medias. Se ha calculado que en el sector confecciones 252 microempresas y pequeñas empresas registran un total de US$ 14.6 millones anuales de ingresos, mientras que cada una de las diez empresas confeccionistas más grandes del país genera US$ 13 millones al año.\r\n\r\nSin embargo, no todo es pobreza en el mundo de las PYME. A partir de esfuerzos loables y, en muchos casos, exhibiendo abiertas cualidades de pujanza empresarial, un sector de esas empresas no sólo ha sobrevivido en el tiempo sino que ha logrado crecer y alcanzar niveles importantes de desarrollo.\r\n\r\nEn suma, las PYME forman un universo heterogéneo de empresas. La distinción entre los distintos tipos de empresas resulta crucial para la definición de políticas de apoyo al sector. \r\n\r\nEl estudio de GRADE ha permitido confirmar que existen varios tipos de PYME. Un grupo importante de microempresas tiene bajos ingresos y pobre tecnología, operan en la informalidad y son conducidas por una persona con experiencia en el giro productivo, pero escasa capacitación técnica y mucho menor formación en gestión y manejo empresarial.
Otro grupo de microempresas presentan un mejor desempeño económico a partir de una combinación específica de factores, en unos casos por un mejor capital humano y en otros por un mayor acceso a crédito o un uso más intensivo de capital. Por último, destacan las pequeñas empresas con altos ingresos por ventas y perfiles tecnológicos más avanzados que por lo general son conducidas por personas que cuentan con una formación de nivel profesional. Sin embargo, este último tipo correspondería a menos del 5 % del tejido empresarial del sector PYME.
Deben establecerse sólidos criterios técnicos que permitan una utilización racional y eficiente de los escasos recursos disponibles para la promoción de dicho sector. Aunque desde el punto de vista político sea poco rentable, se hace necesario incorporar en el diseño de políticas dos criterios: selectividad en el apoyo (orientando la capacitación, el crédito y la asesoría técnica hacia las empresas con mayores potencialidades de crecimiento) y diferenciación de objetivos (para distinguir entre lo que son políticas de alivio a la pobreza y políticas de desarrollo empresarial). En otras palabras, por ejemplo, debe tenerse claro cuándo el apoyo a un club de madres para que formen su microempresa responde a una estrategia asistencial orientada a la generación de ingresos para familias en situación de pobreza, y cuándo el apoyo a un grupo de pequeñas empresas de confecciones ya constituidas está orientado a fomentar la subcontratación industrial o a incrementar la competitividad de ese sector en los mercados internacionales. Siendo ambos necesarios, los objetivos y las formas de intervención son distintos.