La expansión del empleo y de los ingresos urbanos en la última década se ha traducido en mejoras en la calidad del trabajo, pero la informalidad aún es muy alta en el Perú
La investigación de Jaramillo y Sparrow (2014) sobre los efectos del largo ciclo de expansión del empleo e ingresos entre 2001 y 2010 en el Perú muestra que los indicadores de calidad y seguridad del empleo han evolucionado de forma favorable y que la informalidad ha disminuido, aunque de manera muy limitada, en contraste con la mejora en otros indicadores.
Al medir el empleo informal —en base a una definición estándar sugerida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT): economía informal— se encuentra que la informalidad cayó de 60% en el 2001 a 57% en el 2010. Sin embargo, a pesar de esta disminución, la informalidad sigue siendo un problema importante, en particular entre los trabajadores independientes, las mujeres, los trabajadores menores de 25 años y mayores de 65 años, y los trabajadores con menor nivel educativo. La informalidad afecta la calidad del empleo debido a que los trabajadores informales sufren la falta de protección prevista por las normas laborales.
La proporción de trabajadores con un contrato de trabajo ha aumentado, aunque aún es baja (alrededor del 60%). El número de trabajadores afiliados a los sistemas de pensiones ha aumentado de manera considerable, así como la proporción de trabajadores informales afiliados a un sistema de pensiones. Además, la duración del empleo y la duración del desempleo han disminuido a lo largo del período analizado. Al considerarse la reducción significativa de la duración del desempleo y el aumento de los salarios, se sugiere que la menor duración del empleo está asociada a una búsqueda más activa de empleo, antes que a despidos.
