La diversidad particular de los grupos multigrado y la revisión de prácticas y teorías formativas impulsadas por una antigua escuela normal uruguaya (luego conocida como Centro Agustín Ferreiro) inspiraron al autor a reflexionar sobre la difícil labor docente en medios rurales. Reflexiona también sobre la recompensa obtenida cuando se logra movilizar de manera complementaria y simultánea espacios, tiempos y recursos didácticos, que no son necesariamente los mismos comúnmente utilizados en aulas urbanas, ni aquellos para los que los maestros hoy en día suelen ser especialmente capacitados durante su proceso de formación, pero que pueden enriquecer significativamente los aprendizajes de los estudiantes.
Santos describe estos procesos y reclama el valor que debe asignarse a la interacción, el respeto por los tiempos, la gestión autónoma de los escenarios de aprendizaje y la relación de estos y los elementos materiales con el deseo y las reales posibilidades de aprender.