La pandemia afectó de forma duradera al funcionamiento de los sistemas educativos de todos los países de la región. En un contexto de educación a distancia, la conectividad fue una variable clave para determinar la continuidad educativa y el seguimiento que fue posible dar a los aprendizajes, lo cual es complejo en una región donde la brecha digital es pronunciada. Actualmente, la mayoría de los países se encuentran en diversas situaciones de cierre parcial, y evalúan el retorno a clases, condicionándolo a la capacidad existente para garantizar la seguridad de las comunidades educativas. Los países deberán ofrecer opciones para aquellos estudiantes que permanezcan en modalidades remotas, a la vez que garantizan la seguridad de los alumnos que asistan a clases presenciales. En lo que respecta a evaluación, los países parecen tener claro que 2021 debe ser un año en que se priorice el diagnóstico para conocer los efectos de la pandemia. Se ve interés en retomar calendarizaciones suspendidas e implementar herramientas nuevas, específicamente diseñadas en respuesta a la pandemia. Estas acciones serán fundamentales para dimensionar el impacto que la compleja situación educativa tuvo sobre los aprendizajes, coordinar apoyos pertinentes y tomar medidas adecuadas para subsanar los retrocesos que probablemente se dieron en términos de calidad y equidad.